viernes, 19 de febrero de 2010

Saber perder


Sinopsis:
Sylvia cumple dieciséis años el día en que comienza esta novela. Para celebrarlo organiza una falsa fiesta que sólo tiene un invitado. Horas después sufrirá un accidente que significará su entrada en la vida adulta. Su padre, Lorenzo, es un hombre separado que trata de superar el abandono de su mujer y el fracaso laboral. Ariel Burano es un joven jugador de fútbol que deja Buenos Aires para fichar por un equipo español. Con su superdotada pierna izquierda, será cuestión de tiempo que el estadio coree su nombre. Y tiempo es lo que no tiene el anciano Leandro, que vive en esa época donde casi todo se derrumba. Éstos son los cuatro personajes principales de Saber perder. Con las relaciones entre ellos se trenza un relato de supervivientes, de poderosa pegada narrativa y rico en matices. Una mirada capaz de extraer humor y emoción en cada curva del camino, pero que reivindica, por encima de todo, la maravillosa aventura de vivir.

Me ha emocionado esta novela de David Trueba. Lo esencial de este libro es que el autor ha sabido crear un grupo de personajes que sentimos cercanos y extraer de ellos insospechados resortes psicológicos. Sus fragilidades ocultas, sus temores, sus incertidumbres, todos los rasgos que ayudan a configurarlos como seres vivos y no como simple muñecos de cartón piedra, responden a una observación minuciosa, a una insólita inventiva para retratar acertando con el detalle más característico o revelador. Por otra parte, el buceo en los personajes no sólo deja al descubierto sentimientos universales -la soledad, el desamor, el arrepentimiento, los impulsos incontrolados-, sino que muestra aspectos de la sociedad en que viven, que es la nuestra: el trabajo precario, la inmigración, la delincuencia, la enseñanza, las rupturas familiares, incluso el negocio del fútbol... Aunque a veces es dura, Saber perder es una novela compleja y excelente, además de bien escrita, una espléndida sorpresa y un regalo para el alma.

Sin que tenga que ver con el libro, entrando en el corazoneo, se murmura que la causa de la separación de David Trueba y Ariadna Gil es Viggo Mortensen. No seré yo quien haga ascos a Viggo, pero como que no lo veo por la labor de una relación estable. David Trueba, con sus gafitas y aire desvalido, me inspira más ternura. No obstante, me acuerdo del refrán que reza: Del agua mansa me guarde Dios, que de la brava me guardo yo.

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