miércoles, 17 de septiembre de 2008

De Alberto (II)


31 agosto 07

Como si las inmisericordes zarpas de la soledad quisieran rasgarme el cuello, como si el humo del cigarro rubio fuera la neblina insolente de una tarde de agosto, como si la arcillosa voz de Springsteen fuera la metáfora de tiempos mejores, así me barritan los recuerdos en la cuerda floja de la memoria, mientras se calcina mi cerebro con el placer repetido de “You´re Missing”, distraído violín entre murmullos eléctricos...


Dejo de respirar cuando la contundencia de Max Weinberg (batería) arranca latidos de cristal, cuando Roy Bittan (teclados) perfuma con sus dedos el aire, cuando Clarence Clemons (saxofón) sopla desde su oscura corpulencia llamaradas metálicas, cuando Garry Tallent (bajo) arranca gritos a mi espalda, cuando Steven Van Zandt (guitarras) salpica de elegancia las agujas del reloj, cuando Nils Lofgren (guitarras) apuñala las escalas con la furia de sus uñas de plástico, cuando el discreto Danny Federici (órgano B3) espolvorea la levadura imprescindible para que la redondez se manifieste... a Patti Scialfa no se le nota, pero es la mujer del Jefe...


No dije que estoy escuchando “The Rising” de Bruce Springsteen, uno de esos discos que marcan la diferencia, perfección en cada poro, causa única de mi regreso melancólico a París, mayo de 1.985, tras 11 horas de bus, con la burbujeante intención de asistir (todavía conservo retazos de ese placer antiguo) al mayor espectáculo del siglo: la E Street Band en directo...

No hay comentarios: