A veces, no importa lo buena que sea una película basada en una obra literaria previa: Si has leido el libro, y si de alguna forma te ha impactado, cuando la película se aparta de la historia, del tono o del espíritu de la novela original, no importa que el resultado final de la película tenga un sea interesante por méritos propios: Los dientes te rechinan durante todo el visionado. Eso es lo que me ha pasado a mí con Soy Leyenda.
Soy Leyenda, la película, está basada en la novela de ciencia ficción de 1954 del mismo título de Richard Matheson, que también es el autor de otras novelas que se adaptaron a la gran pantalla, como El Último Escalón o El Increible Hombre Menguante. El argumento, narra la historia de Robert Neville, el único superviviente de una plaga que ha convertido al resto de seres humanos en una especie de vampiros.
La verdad es que los antecedentes de la película daban un poco de grima. El director que había estado interesado hace años en el proyecto, Ridley Scott, lo había abandonado, y había sido sustituido por Francis Lawrence, cuyo curriculum cinematográfico se limitaba a Constantine, la de Keanu Reeves haciendo de exorcista. Cualquiera que conozca el comic original ya sabe que este director no es garantía de fidelidad precisamente. Más inquietante aún era la presencia del escritor Akiva Goldsman, capaz de guiones interesantes, como el de Una Mente Maravillosa, y de espantos infumables, como aquel horror de Batman y Robin. Finalmente, la presencia de Will Smith en la adaptación de una novela de ciencia ficción inevitablemente nos recordaba a Yo Robot, que como película de acción es bastante decente, pero como versión de la obra de Isaac Asimov dejaba mucho que desear.
Pero mira tú por donde, la película comienza muy bien, y en gran parte precisamente gracias a Will Smith. Y es el momento de ser serios y dejar de hacer bromitas a costa de este señor, porque haya empezado su carrera rapeando y haciendo el payaso como el Principe de Bel Air. Cuando le da la gana, Will Smith es un muy buen actor, y aquí, precisamente, se sale. Durante una hora de película se nos muestra a un hombre que de repente se encuentra con que es el último superviviente de la humanidad en medio de un mundo de zombis homicidas, y que lucha por la posibilidad no solo de salvar a la especie humana, sino de mantener su propia cordura. Durante una gran parte de la película, que usa los momentos de acción y terror con bastante mesura, Will Smith sostiene el interés del espectador a base de mostrarnos la vida cotidiana del último hombre vivo en medio de un escenario apocalíptico. Destaca, por ejemplo, la relación del personaje con su perro, el único ser vivo con el que puede comunicarse, y que transmite total autenticidad.
Y Will Smith no es lo único bueno de la película: La puesta en escena de una New York totalmente desierta es completamente impresionante, aunque roba alguna idea de otras películas, como la presencia de animales salvajes en ese Manhattan desolado, que remite directamente a 12 Monos. Igualmente, el aspecto de los chupasangres, lejos del tono glamouroso de Entrevista con el Vampiro, y más próximo a un animal rabioso, está muy logrado, si bien personalmente hubiera querido que no recurrieran completamente a los gráficos de ordenador, sino que los hubieran combinado con actores reales maquillados, que habría dado un aspecto más real y menos digital a las criaturas. Y a propósito de los vampiros, son destacables algunos atisbos que sugieren que estos están creando su propia sociedad y valores morales, que tienen el mismo derecho a existir que los seres humanos "normales", aunque es algo que apenas queda esbozado.
Todos estos son aspectos que provienen de la novela. Por desgracia, cuando parecía que ibamos camino de disfrutar de una adaptación interesante y hasta cierto punto fiel a la obra original, la película da un giro en su última media hora, se aleja del desasosegante tono de la novela, y se mete por caminos mucho más comerciales, traicionando el espíritu de la historia. Sin entrar en detalles ni spoilers, digamos que el sentido del título de la novela original "Soy Leyenda" es totalmente distinto a la explicación que se da en la película, siendo en este caso bastante más edulcorada y complaciente de cara a la galería que el aterrador final del libro.
Con todo, no seamos integristas: Soy Leyenda es una película que merece la pena verse, y una superproducción bastante más interesante que blockbusters descerebrados recientes como Transformers o Los 4 Fantásticos 2, y que aunque no prescinde de momentos de acción total, los combina con una buena interpretación y un enfoque introspectivo que para variar respeta la inteligencia del espectador, y no presupone que el público son una pandilla de devoradores de palomitas babeantes en estado cuasivegetal. Solo que es una pena que los responsables de la película no se atrevieran a llegar hasta el final y en lugar de ello optaran por un desenlace algo más convencional que el que pedía la historia. Es la diferencia entre la película solvente que es, y la gran película que podría haber sido.
domingo, 13 de enero de 2008
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4 comentarios:
No me atreví a entrar en el cine cuando fue Pedro. Pero me la van a dejar pirata, ya te contaré mi opinión, aunque lo más probable es que coincida con la tuya.
Buena crítica. Intentaré verla y eso que a mí el Smith de los hombres de negro me horroriza pero si aquí es serio, ya me vale.
Probablemente me la veré en cuanto pueda porque, según me cuentas, traiciona al libro en el punto en el que a mí menos me gustó y pienso que merece ser traicionado. Eso de plantear que una sociedad de superdepredadores nuestros tiene derecho a existir, la verdad, me da un poco de grima. No me gusta ser plato ni de primera ni de segunda mesa: su existencia presupone nuestra extinción o, peor aún, nuestra conversión en su reserva de alimentos. Aquí me parece que las sutilezas morales están fuera de lugar: o nosotros, o ellos, muchachos. Y me parece que yo me pondría de nuestro bando.
Además, el protagonista, pese a que se da cuenta de que está surgiendo una nueva sociedad y de que incluso podrían evolucionar hasta poder vivir sin merendarse a sus predecesores evolutivos, me parece que no tiene otra opción, si quiere seguir siendo humano, que actuar según sus propios esquemas mentales.
El hecho mismo de que le asalten dudas sobre la legitimidad de su actuación y, según creo recordar, se replantee sus acciones, da fe de que es realmente el paradigma que es digno de sobrevivir: un auténtico vampiro jamás, pero jamás se planteará un dilema moral.
Pese a lo que diga Anne Rice.
Ya he visto la peli en dvd pirata. Que sí, que de acuerdo con que de esta manera se pierde mucho, pero este tipo de cine, con esos sustos repentinos, me niego en redondo a verlo en salas oscuras y pantalla gigante: mi capacidad masoquista no da para tanto.
Parto de la base de que no he leído el libro, lo que quizá sea un punto a favor ya que carezco de expectativas previas. Coincido con Luis en que los zombis digitales “cantan”: habría sido más realista y terrorífico ver un poso de rasgos humanos en ellos.
Aparte de caerme muy bien, siempre he tenido a Will Smith por buen actor. No es fácil hacer reír y “El príncipe de Bel Air” era una comedia excelente, aunque casi acabamos odiándola de tanto pase repetitivo en la tele. En el drama “En busca de la felicidad” estaba que se salía con esa relación tan estrecha con su hijo, que aquí tiene su paralelo con la perra, auténtica revelación del film. ¡Nominación al Oscar a la mejor actriz secundaria, ya!
El final me dejó mal sabor de boca, no por lo que pasa, sino porque chirriaba respecto al resto de metraje. Supongo que no encontraron nada mejor. Al menos no cayeron en concesiones comerciales de “happy ending”, lo que es de agradecer.
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