martes, 29 de abril de 2008

Dueños de la calle


El sábado me di el gustazo de ir al cine a ver Dueños de la calle. Mi querido Keanu Reeves da vida al protagonista Tom Ludlow, un veterano agente del Cuerpo de Policía de los Ángeles a quien le resulta difícil navegar por la vida después de la muerte de su esposa. Cuando aparecen pruebas que lo comprometen en el asesinato alevoso de un compañero, se ve obligado a ir contracorriente de la cultura policial de la que ha formado parte durante toda su carrera, lo que acaba llevándole a poner en duda la lealtad de todos cuantos le rodean.

Empieza bien, con mucho ritmo, creciendo hasta llegar a una escena de acción muy notable, a partir de ahí se relaja un poco y se va desarrollando el argumento, sin dejar de entretener. Sigue con buenas dosis de acción repartidas por toda la película, lo malo es que cuando llega a la mitad del metraje, se huele lo que sigue hasta el final, quiénes son los verdaderos malos y quiénes los pardilllos que van a morir tontamente; la única duda es cómo se desarrollará.
Keanu interpreta tan sólidamente a este poli que hace pocas concesiones a la comercialidad sin pensar, pues, en sus fans a las que nos priva de un elemento fundamental: su sonrisa. Es muy duro ver una peli de Keanu en la que no sonría ni en un solo fotograma. Por lo demás, va llevando su edad (la mía) bastante bien y sigue la mar de atractivo. No le andan a la zaga los polis con los que trabaja, desde Amaury Nolasco (el latino de Prison Break) que está muy guapo de uniforme y trajeado; a Chris Evans, cada vez más mono, y eso que no me apasionan los rubios; o al casi irreconocible John Corbett, con pelo pincho y perilla, tan lejos de la melenita que lucía en Doctor en Alaska o Mi gran boda griega.



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