jueves, 24 de abril de 2008

Un mal día


Si os extrañó no verme por aquí ayer, cuando me hubiera gustado celebrar el Dia del Libro con vosotr@s, fue porque tuve que llevar a mis alumnos de excursión en un acto de la Semana Cultural de los Centros de Adultos de la comarca de l’Alacantí.

Todo empezó ayer, uno de esos días –gracias a Dios, no muy numerosos- en que más me valiera no haberme levantado de la cama. Me desperté bastante antes de que sonara el despertador tempranero con gran malestar abdominal y las tripas en una sinfonía digna de Cañita Brava. Lo aconsejable habría sido permanecer en casita hasta que se me hubiese pasado, pero ¿cómo iba a dejar tirados a veinticinco alumnos deseosos de emprender excursión a Orihuela después de haber pagado su billete y tener contratado el autobús?

Haciendo de tripas corazón (nunca mejor dicho), emprendí el viaje, pero conforme nos alejábamos de Agost iba sintiéndome peor. Intentaba animarme con la perspectiva de que en menos de una hora llegaría al destino y podría ir a un aseo. Cuál sería mi desagradable sorpresa cuando el chófer del autocar comunica que no funciona la plataforma que ha de bajarme. Me puse atacada de los nervios, cada vez más a medida que avanzaba el tiempo y los intentos del buen señor y del resto de los conductores de los demás autobuses por reparar lo que al parecer era un fusible fundido no causaban efecto. Al final, ante mi urgencia, el chófer, que ya no era precisamente joven, se brindó a bajarme a peso, a lo que me negué pues no quería poner en peligro su integridad física ni mucho menos la mía. En vista de que no quedaba otro remedio, pues no se sabía cuánto podría tardar el mecánico, accedí.
A todo esto, el grupo de mis alumnos con excepción de mi hermana y otra señora que tuvo a bien ayudarnos en toda la odisea, a instancias mías ya había desayunado, por cortesía de la Escuela de Adultos de Orihuela que colaboró en todo, y emprendido la visita guiados por el mismísimo director de la EPA, que se llamaba Javier y que, entre nosotras, estaba la mar de potable.
Cuando pudimos, nos reincorporamos al grupo con el intento de disfrutar la visita a Orihuela que cuenta con un amplísimo patrimonio artístico, fruto de su larga y azarosa historia. En su casco antiguo, declarado Conjunto Histórico-Artístico y Monumental en 1969, se suceden nobles edificios, seis de ellos declarados Bienes de Interés Cultural. Entre ellos, visitamos la Catedral, templo gótico de los siglos XIV y XV. Es la foto del principio, la única que tengo de toda la excursión; las otras son de una web del ayuntamiento de la ciudad. En su interior hay que destacar la rejería, el órgano barroco y el coro del siglo XVIII.


La Iglesia de las santas Justa y Rufina, templo gótico de una sola nave, con capillas entre contrafuertes, obra de los siglos XIV y XV. Merece especial atención su bella torre gótica, de planta cuadrada, con un conjunto muy interesante de gárgolas. En el interior del templo sobresale la pila bautismal y el órgano.


Y por ultimo, la Iglesia de Santiago (en la foto de abajo), gótica de una sola nave, con capillas entre contrafuertes. Su portada de estilo gótico isabelino presenta en el tímpano las armas de los Reyes Católicos. El Presbiterio, en forma de arco de triunfo, es obra renacentista. Ya en estilo barroco se le adosa la Capilla de la comunión, con interesante portada al exterior. En el interior de la iglesia se conserva el grupo escultórico de La Sagrada Familia, obra de Salzillo. Una exposición de éste nos faltó por visitar, además de otros lugares, por la falta de coordinación entre grupos. No les culpo, pues conseguir que más de trescientas personas vean todo en una mañana es tarea complicada.



A todo esto, yo seguía sin encontrarme bien. Con lo que suelo disfrutar de estas excursiones, bromeando, haciendo montones de fotos, no estaba para nada. Para colmo, el sol de injusticia que caía a plomo. Lo peor de todo no tardó en llegar: la llamada de mi amiga Esther para comunicarme el fallecimiento repentino del padre de nuestra amiga común, Loli. La pobre ya se ha quedado huérfana. Gracias a Dios, cuenta con su hermano mayor y su hermana menor. Si el dolor era poco, encima surgió un dilema. Resulta que la hermana del fallecido estaba en mi grupo de alumnas. ¿Se lo decíamos o no? Mi sobrino Toni habló con el hijo de esta señora y éste prefirió que disfrutase de la excursión y que no supiese nada hasta el regreso a Agost. Fue, en mi opinión, mucho mejor así, pues se la pasó pipa en la posterior comida en la que yo no probé bocado, y el subsiguiente baile.

Una vez en Agost me fui con Pedro al tanatorio a dar el pésame a mi amiga, a sus hermanos y demás familia. Qué duros son esos momentos en que todo lo que se diga, lugares comunes en la mayoría de los casos, sobra.

Me acosté sin cenar, pareciendo que fuera lo que tuviese se me había pasado, pero esta madrugada he tenido que despertar a Pedro tres veces. A estas alturas de la tarde, parece ser que lo peor ha pasado y voy derecha al pleno restablecimiento.

3 comentarios:

Jesús dijo...

Vaya día.

Mal de muchos, consuelo de tontos, pero todos hemos tenido uno de estos días que mejor olvidar. Ya ha pasao ese día, mejor que quede en el olvido o como mucho, mirarlo desde un punto de vista anecdótico.

Super Conchi, ánimo, puedes con esto y mucho más.

ana dijo...

Dentro de unos días te reirás del día de ayer

Mari Pau dijo...

Cuando una tiene el "tránsito intestinal" tonto, los retortijones, vaya, no te dejan vivir. Me alegro de que te hayan pasado ya. En cuánto a lo de la Loli me lo dijo mi madre ayer por la noche. Es huérfana ahora, como mi marido, pero tiene el consuelo de tener hermano, hermana y sobrina, y sus amigas que la queremos mucho. Ánimo Loli.