jueves, 3 de abril de 2008

La era del diamante


He leído un libro de ciencia-ficción escrito por un señor que se llama Neal Stephenson, o algo así y que se titula "La era del diamante". Va sobre la educación, la bio-nano-tecnología y la inteligencia artificial interactiva, nada menos. Bueno, pues el tal Stephenson sitúa la acción en un futuro en el que han desaparecido los Estados-Nación y la gente se organiza en "philes", algo así como grupos de afinidad a los que la gente se une más o menos libremente.

Uno de ellos es el de los neovictorianos, el más poderoso y el que tiene la tecnología más avanzada. Bueno, pues el escritor lleva a justificar, en boca de uno de sus personajes principales, la existencia de un rígido código de valores que se ha de hacer respetar con toda la severidad posible (sobre todo en lo que respecta a ciertos sectores de la población y a ciertos individuos de la clase pudiente que no respeten las reglas del juego) aun sabiendo que tal código es de imposible cumplimiento para un ser humano normal y que, por supuesto, se da por descontado que para mantener cuerdo el cuerpo social de la clase que corta el bacalao son inevitables y hasta necesarias las infracciones de dicho código, siempre y cuando sean discretas.

Tiene bemoles la cosa. ¿Y se supone que ésa era la mejor opción en ese futuro? Francamente, me parece que tantos millones de años de evolución para al fin crear unos seres conscientes de sí mismos, de sus aspiraciones como individuos y que cuando se agrupan sólo son capaces de crear sistemas sociales tan anuladores y opresivos como los de las hormigas es un despilfarro monumental. Y eso es decir poco.

2 comentarios:

Mari Pau dijo...

Creo que a los autores de ciencia-ficción se les está yendo la olla y no saben a dónde. Ahora en USA está de moda una ciencia-ficción erótica mala a rabiar. Me gustaría leer alguna para comprobar las barbaridades que se llegan a imprimir en el papel sufrido.

carolina dijo...

Ah, pues no lo sabía, Mari Pau. Me vendría bien si pusieras algunas referencias para ver qué es lo que NO es aconsejable leer, dada su escasa calidad.
Ehhh, ¿erótica, dices?