miércoles, 2 de abril de 2008

Once minutos


Creo que he leído casi todos los libros de Paulo Coelho por su calidad estética, porque aborda temas interesantes, y escribe con un ritmo adictivo que hace seguir leyendo. Eso sí, cuando empieza con disquisiciones pseudo espirituales, me pierdo, desconecto y sigo la lectura obviando elementos tales como la "luz interior" que nunca sabré dónde se encuentra. No obstante, sus últimas novelas dejan bastante que desear.


En el caso especifico de Once Minutos creo que es una obra entretenida, que hace pasar un buen rato, aunque no implica hacer mayor ejercicio mental, ya que aborda el problema de la prostitución de una forma superficial. A pesar de que la historia hubiera permitido llegar a las raíces del problema, no lo hizo, se quedo un poco corto, y el final del libro es de lo más chapucero.


Se promociona como una novela que explora la naturaleza del sexo y del amor, la intensa y difícil relación entre cuerpo y alma, y cómo alcanzar la perfecta unión entre ambas, según la siguiente sinopsis:


Maria es de un pueblo al norte de Brasil. Todavía adolescente, viaja a Río de Janeiro, dónde conoce a un empresario que le ofrece un buen trabajo en Ginebra. Allí, Maria sueña con encontrar fama y fortuna pero acabará ejerciendo la prostitución. El aprendizaje que extraerá de sus duras experiencias modificará para siempre su actitud ante sí misma y ante la vida. Conocerá el dolor y el placer y cómo se relacionan, primero mediante un cliente, que le enseñará el sadomasoquismo, y después mediante un pintor, que le mostrará el dolor del castigo físico, pero no el sexual, sino el que lleva a superarlo todo, a la paz interior.

3 comentarios:

Mari Pau dijo...

Conchi, todo el mundo sabe que el inerruptor de la luz interior lo tenemos detrás de la oreja izquierda. Enciéndelo y alcanzarás la infinita felicidad jaja...

ana dijo...

Ja, ja, yo tampoco sabía que estaba detrás de la oreja

carolina dijo...

Pues yo estoy venga a tantear y nada, oyes, que no encuentro el interruptor de marras. Va a ser que vengo con defecto de fábrica. Ntchssss, ya decía yo que esa tendencia a verlo todo negro no era normal.