Y vosotros os preguntaréis: ¿qué hace una chica culta, sensible y pacífica como Conchi viendo a un montón de brutotes zurrándose? Pues no os puedo dar una explicación racional. Supongo que me despiertan los instintos más básicos, que va a ser que alguno tengo. Al principio, cuando Pedro veía el programa en televisión, no le encontraba la gracia, pero poco a poco fui familiarizándome con los distintos luchadores, sus personalidades de cómic y sus trifulcas de culebrón. De modo que, cuando nuestros vecinos Leonardo y Verónica nos propusieron acompañarlos a Torrevieja, a pesar de que las entradas no eran precisamente baratas, no me lo pensé dos veces.
Las fotos que ilustran esta entrada están tomadas de la web http://www.pressing-catch.com/. Las que Pedro hizo no tienen mucha claridad debido a que la zona de discapacitados estaba junto a las gradas más altas. No obstante, era desde donde mejor se veía ya que no teníamos ningún obstáculo. Por el contrario, la megafonía era pésima: al presentador no se le entendía nada, no porque hablase casi todo el tiempo en inglés sino porque se oía fatal. Para colmo, el abarrotado pabellón no cesaba de chillar y berrear, con lo que prescindimos de oír los comentarios. Los golpes, eso sí, sonaban de estruendo: no en vano hay micrófonos colocados debajo de la lona del ring para que suenen bien claros los mamporros que se arrean.
Mark Henry y Matt Hardy
De las tres horas de espectáculo, para ir calentando motores, la primera la ocuparon unos luchadores que serán conocidos en su casa a la hora de comer y poco más. Aspirantes a estrellas, siguen para empezar su estética: musculazos (con estrictos controles antidoping), tatuados, depilados y con unas melenazas con volumen y mechas que ya las quisiera para mí: muy metrosexuales, en suma.
Para contentar al personal masculino, también salieron cuatro chicas que, más que luchadoras, parecían conejitas del Playboy, con sus melenas rubio platino, sus bikinis rellenos de silicona y unos taconazos de aguja que no sé cómo no se partían la crisma en su remedo de lucha.
Big Show y los Edgeheads
El pabellón se vino abajo entre vítores con las megaestrellas de la WWE que salen en la tele, que son los que la gente estaba esperando, como el irlandés Finley con su enanito que no me acuerdo cómo se llama; el gigantesco y feísimo Gran Khali; el morenazo Matt Hardy que nada pudo hacer contra el bestial Mark Henry; el no menos brutal Big Show que trató como peleles a los Edgeheads; el canadiense rubiales Edge, tan tonto como macizo; el chulito MVP, que habla español; el siniestro Undertaker o Enterrador; y, él, el Animal, mi favorito y el de la mayoría: David Batista.
Edge y MVP
Los que me conocéis sabéis que nunca me han ido los tipos hipermusculados, pero Batista es la excepción que confirma la regla. Me gusta, me cae bien el tío, qué queréis que os diga, más después de haber soñado con él una noche (no, el sueño no iba por ahí, malpensados). Además, tiene un gran sentido del espectáculo y sabe cómo camelarse al personal sin distinción de edad ni sexo.
Finley y el Gran Kahli
2 comentarios:
Haces muy bien en ir donde te de la gana sin pedir disculpas a nadie. Faltaría más. Ha sido sorprendente y novedoso leer tu artículo y nos has tenido intrigadas desde el viernes. Estos brutotes no son santo de mi devoción pero me alegro mucho de que nos cuentes tu experiencia. Así que sigue contándonos más cosas sorprendentes.
Lo cuentas de una forma que me hace pensar que es algo estupendo. Yo no he tenido jamás el mínimo interés por este tipo de actividades pero estoy de acuerdo contigo en que nunca se puede perder la oportunidad de probar algo nuevo.
Me encanta tu forma de ver y disfrutar de todo lo que se te presenta.(Creo que es envidia , envidia sana, pero envidia)
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