Siguiendo el consejo de Conchi, he independizado uno de mis comentarios a una entrada ya anterior y lo he convertido en una entrada nueva-
Estoy nuy contento, pues he tenido noticias de mi amigo que vive en la zona de Valparaíso. Todos están bien. Su casa ha sufrido daños, los suministros siguen fallando : electricidad, agua, telefonía; pero al menos no han tenido perdidas personales. Recuerdo cuando estuve en Chile en 2005. Visité parte de la región afectada por el terremoto y el maremoto. Nada más llegar al aeropuerto de Santiago, al tiempo que sellaban mi pasaporte, me dieron un folleto con información de como actuar en caso de terremoto. Me pareció un poco exagerado, a pesar de conocer de que Chile está en una de las zonas más inestables, geológicamente hablando,del planeta.Al día siguiente, paseando por las calles de Santiago con mis amigas Juanita y Patricia, ambas me decían que seguramente "tendría la suerte de sentir un terremoto antes de partir de Chile".Unos días después, me encontraba en la maravillosa isla de Chiloé, un poco más al sur de la zona afectada por el terremoto del Sábado.En 1960, un terremoto de semejante intensidad asoló la isla de Chiloé. Lo peor de todo fue el maremoto que se produjo unas horas después del terremoto, las olas fueron de tales dimensiones que cambiaron parcialmente la geografía de la zona. El mar invadió valles, convirtió mesetas en islas, arrasó pueblos y ciudades. En algunos lugares el mar llegó y nunca más se ha vuelto a ir. En otros lugares, el mar se fue y no volvió a regresar.En casi todas las ciudades chilotas, era común ver fotos del antes y después de ese día que cambió la vida a los chilotas. Una noche, en Chiloé, me desperté sobresaltado. La cama se movía. Nunca he llegado a tener del todo claro si tuve "la fortuna de sentir un terremoto" o si lo soñé, influenciado como estaba, por el efecto de todas las fotos, historias y comentarios que había visto, leído y escuchado durante mi estancia en Chiloé. De lo que sí estoy completamente seguro es del terremoto que viví en la Ciudad de México en Noviembre de 2007. Sería sobre las diez de la mañana, estaba en el metro, caminando por un túnel y me dirigía a la plaza del Zócalo. De repente todo se empezó a mover, por unos altavoces salíó una voz que nos decía de tumbarnos en el suelo, permanecer tumbados, nos decía que las luces se iban a pagar y que estuviéramos tranquilos. A pesar de la situación, recuerdo que todo el mundo estaba muy tranquilo, en silencio, a la expectativa, tumbados en el suelo, a oscuras, No sé cuánto tiempo pero me pareció una eternidad. Se volvieron a encender las luces y, la misma voz, nos invitó a salir al exterior. Recuerdo que todo fue muy ordenado, muy rápido. Recuerdo que salí a la calle, que todo el mundo se comportaba con normalidad, pero una vez en la calle, las pierna se me doblaban, me temblaban y sufrí un ataque de nervios.
3 comentarios:
Gracias a Dios, mi experiencia con los terremotos no es tan intensa como la tuya, Jesús.
En noviembre de 1999 hubo un tormentón, nunca había visto tal descarga de truenos y relámpagos. Eso no fue todo: un par de horas después de pasar el aparato eléctrico, ya en casa, me puse a preparar unos exámenes en mi ordenador cuando noto que su torreta empieza a temblar y a hacer ruidos raros. “Ya está, ya me lo he vuelto a cargar”, pensé. Sin embargo, me extrañó aún más que le pasase lo mismo al equipo de música. Acto seguido, baja mi sobrina, toda alterada, a preguntarme si he notado el terremoto. Sin tiempo a reaccionar ante la sorpresa, suena el teléfono; es Mari Pau, aún más atacada, con la misma pregunta. Al rato, Canal 9 daba la noticia de que un terremoto de 3,4 en la escala de Richter, con epicentro en Monóvar, se había notado en pueblos circundantes.
Dos años después, domingo de Pascua, se produjo otro que me pilló acostada. Noté que la cama se movía y, lo que es peor, la estantería llena de libros que estaba enfrente. Mi hermano bajó enseguida a ver cómo nos hallábamos mi madre y yo. No fue hasta el día siguiente que vimos una grieta que había salido en la habitación de mi madre. Quizá Mari Pau se acuerde que al día siguiente fuimos a Terra Mítica.
En el DF las personas ya están acostumbrados a los temblores. Aunque el terremoto de 1985 fue algo tremendo y murió mucha gente. En esta parte de mi país lo que nos ataca son los huracanes de los cuales recuerdo los dos mas duros de mi vida, el Beoula en 1967 cuando a mis 5 añitos de vida la ciudad de Matamoros se vió casi destruida con agua por todos lados y no fui a la escuela en una semana. Y últimamente el año pasado cuando el huracán pegó cerca de aqui y estuvimos tres días con agua hasta la entrada de la cochera y no pudimos salir por peligro a que el auto se quedara a medio camino.
Si me acuerdo de los terremotos. Aquí hay porque en esta zona se unen la placa europea con la africana, pero sólo se friccionan mutuamente mientras que la placa del índico se mete debajo de la americana, por eso estan las cordilleras de los Andes y Rocosas y hay volcanes y terremotos de tanta intensidad.
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