viernes, 18 de junio de 2010

Comida de fin de curso


Ayer fue la comida de fin de curso. Con una veintena de mis alumnos (la mayoría de los mayores; los jóvenes no suelen estar por la labor y prefieren gastarse el dinero en sus cosas). En el restaurante teníamos concertado el menú del día, a 8,50 euros, para que no resultase muy gravoso. Aun así, pagamos un poco más porque, haciendo tantísimo calor, pedimos más bebidas de las estipuladas y además nos incluyeron sidra. Lo de “pagamos” es más bien una trola, ya que me invitaron entre todos.

Como la confianza de muchos años da asco, me habían preguntado previamente qué quería de regalo. Tras pensarlo mucho me decidí por dos libros de la saga True Blood, el quinto y el sexto (el cuarto se lo pedí a mi amigo Juanfra y el séptimo a mi otro amigo José Ángel). Lo que no me esperaba era el fabuloso reloj Festina que añadieron y que les costaría un pastón. Si lo llego a saber, no pido los libros, me sabe mal que se gasten tanto dinero en mí. No me malinterpretéis: me siento orgullosa de que me tengan tanto cariño y no les duelan prendas en demostrármelo, pero yo valoro igual cualquier detalle. Comimos estupendamente y lo pasamos muy bien. Más aun cuando nos acompañó el concejal, mi jefe (a la derecha de la foto; el otro señor es Manuel, un alumno mío de inglés, director de una de las bandas de música locales), y me confirmó mi permanencia en el puesto. ¡Aleluya! Ése fue el mejor regalo.

5 comentarios:

Juanfra dijo...

Pues si que llega lejos la saga True Blood esa.

ana dijo...

¡¡Enhorabuena!! Tener un trabajo es una suerte tal y como están las cosas, pero también que te demuestren cariño no tiene precio.

Alberto dijo...

No te pierdes una, guapita...
Tanta vida social debe ser óptimo para la salud, apuesto...

maria esther dijo...

Tu te mereces eso y mas.Lo que mas me alegra es lo del trabajo.

Johnny dijo...

Que te tengan en tanta estima dice mucho de ti como persona y si por añadidura conserves tu empleo, doblemente felicitaciones.